Alguien
con quien quemar el mundo.
Y bailar mientras las ciudades arden.
Y llorar
mientras las ciudades arden.
Porque si decido lanzarme de un edificio.
De esos
edificios de plástico.
No quiero que me detengas.
Quiero que te lances conmigo.
O que me abraces y que te quedes ahí mientras ves como la suela de mis zapatos
se hace cada vez más pequeña.
Y que luego nos preguntemos por qué nos
destruimos.
Y que luego nos volvamos a construir.
Porque somos libres y podemos
construirnos ochenta mil veces de nuevo.
Los estilos de vida pueden separar a
dos personas pero los estilos de muerte pueden unir a muchas más.
Así como un
viaje en bicicleta sobre un camino de plumas y tractores.
Donde repentinamente aparece
un ángel de cabeza.
Que me ofrece su sexo a cambio de condescendencia.
Le digo
que no estoy interesado.
Y le ofrezco una licuadora.
El ángel me llora.
A su
corazón roto lo remojo en un balde con zumo de limón.
Y lo dejo así.
Roto.
Porque
las cosas rotas no se pueden volver a romper.
El karma es tan real como dios e
incluso se excusan de la misma forma.
Y viene la lluvia, un aguacero.
Pero ella
es un carro en movimiento.
Tú eres verano y lo único que importa está dentro de
esta burbuja piramidal.
A pesar de la oscuridad, un dedo es suficiente para
guindarse de un satélite.
A pesar de la oscuridad, puedo ver hacia adentro a
través de las ventanas.
Así,
sin luz,
soy mío.
sin luz,
soy mío.
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