martes, 15 de marzo de 2016

"Héroe de la clase media"

¿O como o estudio?

Mejor dibujo. Mejor escribo.

Mejor hago música y me ocupo en ser joven,
torpe e indiferente,
aunque el hambre y la muerte
no lo permitan.

No tenemos ni el tiempo
ni la oportunidad de enamorarnos
porque hay que hacer fila
por un paquete de harina.

¿O como o estudio?

Mejor dibujo. Mejor escribo.

Mejor viajo y voy a fiestas.
Mejor me embriago y me drogo.
Como mi madre,
llena de fármacos
por la quimioterapia.

De los que pudimos conseguir.
No hay medicinas en el narcoestado.

¿O como o estudio?

Mejor dibujo. Mejor escribo.

En la ciudad oxidada,
todo tiene precio
pero nada vale nada.

La verdad vale silencio,
la justicia vale una línea editorial,
y una muerte vale un carro.

Y la educación aumenta de precio, y se rompe
y la educación aumenta de precio, y se pudre
y la educación aumenta de precio, y me pregunto:
"¿O como o estudio?"

Mejor dibujo. Mejor escribo.

miércoles, 2 de marzo de 2016

"Veintinueve"

Escribir mientras esperas para escribir. Básicamente, en eso he basado mi vida. Creo que hago algo cuando en realidad solo estoy entreteniendome, mientras espero dar el paso. Mientras espero hacer.
"Entre-tener". Recuerdo cuando Cristóbal escribió eso. Se lo robé. "Entre-tener". Como ese momento en el que somos conejos con zanahorias guindando a centímetros de nuestras cabezas, y no-tenemos-nada. Hay una gran diferencia entre robar y plagiar. Uno plagia cuando no solo es mediocre, sino además cobarde, y con mano temblorosa coloca su firma debajo de la obra. Cuando robas todos saben que robaste. Que tienes las bolas de mostrarte ante el mundo como un ser imperfecto, envidioso y desesperado. Y del robo nacen nuevas cosas. Clapton le robó a Hendrix. Dalí le robó a Picasso. Todos le robaron a Kafka. El humano plagia. El artista roba. El escritor se entre-tiene, mirando hacia arriba, mientras no tiene nada. Mucho menos estilo.

El escritor no tiene estilo, tiene intenciones. A veces tiene intenciones de grandeza, y otras veces tiene intenciones de sentirse como una canción de Damien Rice. Yo tengo intenciones de ser un dibujo en una servilleta, pero casi siempre termino siendo una-quemada-de-cigarro-por-cada-vez-que-decidí-detener-el-dolor (y luego me arrepentí). Sin intención alguna, hay letras de canciones con caras de personas, pero los sonidos son los que se quedan todo el día en tu cabeza. Hasta que te desmayas del sueño con una sonrisa.

A veces la tinta no es suficiente. Quiero decir, el tres es la mitad del ocho, pero el tres es más incompleto que el dos.

"Deja de hablar como si estuvieras en una película".

Pero, ¿Por qué? Se puede ser radical hasta en la duda. Me refiero a que sus besos eran una película de culto. Y entonces, creo que mi sonido favorito es el de las yemas de los dedos cuando rozan el níquel. Cuando pasan de un acorde a otro.

Pero, ¿En qué parte de una ciudad donde no se pueden caminar sus calles, se halla el romance? En los pasillos oscuros de un centro comercial sin electricidad.

La electricidad la guardan los patéticos románticos en sus bolsillos. En una caja de cigarros. En un filtro manchado con lápiz labial color carmesí. El patriarcado dice que el chico no debería saber el nombre de ese color, pero también dice que no debería mirarla como la mira. Con la mitad de la sonrisa obstruyendo su visión. Con ojos cristalizados como los de un adicto a los alucinógenos. Pero ella no es una alucinación. Ni sus dientes, ni su cintura, ni el lunar vampiresco que inaugura su boca. Ellos tienen claras sus intenciones. Él está seguro, ella solo lo sabe. Por hoy, que el banco está cerrado. Por hoy, que Freud triunfó hasta en la temperatura. Que las calles se volvieron pasillos, y los alcoholes dos botellas de agua, es lo de menos. Se esperan para escribir(se), y en el medio, se entre-tienen.