viernes, 26 de julio de 2013

"Para: Noia"

Te veo en la televisión.
Donde, de por sí, debería dudar de tu existencia.
No debería ver televisión.

Las granadas no caen.
Son llevadas en camiones.
Pesan novecientos gramos.
Y sin embargo, no son suficientes.

Y tus tanques de mentira.
Y los cócteles de mentiras.
Y los látigos de mentiras que azotan la espalda de la idiosincrasia.
Que la han azotado por más de cincuenta años.

Hay los que pintan caras en las paredes.
Los que se venden por techo y trabajo.
Los que son “héroes” y se exilian.
Y abandonan la cara de su madre porque son grandes.

Porque los combatientes no tienen madre.
Porque la hipocresía no cabe en una lata de aerosol.
Porque los cuellos pulcros de los señores estaban llenos de smog.
Porque la estupidez tiene código de barras.

Desde el porche veo.
Que las convicciones duran menos que la batería de un Smartphone.
Muchas guerras de café y galletas.
Muchas sonrisas de poliestireno.

Alfred Sauvy era un pobre imbécil.
Por eso nadie se acuerda de África.
Pero es triste que el hijo de la tierra le grite a sus primos.
Y le pegue a sus hermanos.

La libertad es un problema filosófico.
La cultura es un analgésico discontinuado
El amor es una palabra que pelea con su definición.
El poder solo es poder. De plástico.

Mientras aumenta el precio y disminuye el valor.
Hay una duda importante al lado de la nevera.
¿Estamos para no morir?
¿O morimos para no estar?

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