miércoles, 5 de junio de 2013

"Gratitud"

Ella me ama y yo la amo a ella. Roy Chaderton es un imbécil fascista. El país se ha convertido en un bate de hache que tienen rato quemando y los niños piensan que sus escritorios son tanques de guerra. Se molestan, chillan y patalean. Y luego se van. “Pienso que deberías cortarte el cabello.” Sí, yo también he pensado en cortarme el cuello. Nunca te pongas a oler desinfectante. Perderás el tiempo.

"Voy a escribir hasta morirme. No lo digo cronológica sino causalmente hablando. Voy a escribir hasta morirme."

Una vez fui a un planeta donde los gobernantes escribían en hojas de papel higiénico. El problema era que se empeñaban en escribir con la mano izquierda, siendo diestros. A nadie engañaban. Hasta un pez tenía mejor caligrafía. Pero ellos seguían diciendo que eran zurdos.

"Soy lluvia y eres un carro en movimiento."

A veces pienso que la vida misma se defiende de la felicidad. La repele. ¿Cuál es el sentido de la vida? Uno es feliz una sola vez y, como si eso fuera un crimen, tiene que pagar por ello. Recordar ese momento y aceptar que no volverá jamás es el precio. Ese es el sentido de la vida. Pegar langostas vivas a las vallas publicitarias con cinta adhesiva.

La naranja es anaranjada en Mar del Plata, pero aquí es verderilla. Y la Kombi estacionada en el patio de mi edificio. La Kombi que nunca reparé. La Kombi que nunca tuve. El edificio en el que nunca viví.

A ese libro puedes amarlo y convertirlo en talismán de tu eterna adoración, o que sea para tí, más indiferente que un camino de matas de ixora en el jardín de una casa.

Pero lo cierto es que con él, no hay términos medios. No hay equilibrios. No hay balances. No hay grises.

Pero ella y ella no son la misma persona.

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